Las enfermedades alérgicas afectan hasta a un tercio de la población de los países occidentales. Además, con el cambio climático y el efecto invernadero, los inviernos se están suavizando, por lo que está aumentando la incidencia de los pólenes de invierno (ciprés y arizónica), que eran excepcionales hace tres décadas. También la contaminación, en especial la procedente de vehículos diésel, potencia los efectos y reacciones a determinados pólenes.
La exposición al humo del tabaco, sobre todo en las etapas de desarrollo, y a la contaminación son factores que influyen en la aparición de enfermedades alérgicas.
¿Qué es la alergia? Es una respuesta exagerada (reacción de hipersensibilidad) del sistema inmunitario que identifica como nocivas determinadas sustancias inocuas –por ejemplo, pólenes de algunas plantas o ácaros del polvo– habitualmente toleradas por la mayoría de las personas. Esta respuesta inapropiada es perjudicial para quien la sufre y provoca alteraciones inflamatorias en la piel y mucosas.
¿Cuáles son las enfermedades alérgicas más frecuentes? La rinitis alérgica, que afecta al 25-30% de la población de los países desarrollados; el asma alérgica, que afecta al 5% de la población adulta; urticaria; dermatitis atópica; dermatitis alérgica de contacto y alergia alimentaria.
¿Cuáles son los síntomas? Tanto en la rinitis como en el asma, se producen estornudos en salva, secreción nasal acuosa, picor de nariz y congestión nasal y suele coexistir con la conjuntivitis, que cursa con enrojecimiento, lagrimeo y picor ocular.
¿Cómo afecta a la conducción? Las enfermedades alérgicas tienen dos formas de afectar a la conducción. Por un lado sus síntomas (congestión nasal, lagrimeo, estornudos en cadena…) pueden dificultar la conducción segura (una serie de estornudos puede hacer retirar la atención de la conducción hasta 20-30 segundos). Además, más de la mitad de alérgicos tienen el sueño alterado –en especial los que padecen obstrucción nasal–. De hecho, el 40% de los pacientes que padecen rinitis alérgica padecen somnolencia diurna, con las consecuencias negativas que esto implica sobre la conducción.
La segunda forma es los efectos secundarios que los fármacos utilizados para tratarlas. Muchos de estos provocan cierta somnolencia –en especial al comienzo del tratamiento o si se ingiere alcohol, que incrementa los efectos adversos–. Por ello es imprescindible decir al médico que somos conductores cuando nos prescribe el tratamiento para tratar de buscar alguno compatible con la conducción segura y consultar el prospecto del medicamento, donde un pictograma –amén de un aviso escrito– indican que no se debe conducir mientras se ingiere dicho producto. En este sentido es muy grave la automedicación: no solo podemos tomar un producto no indicado para la alergia que padecemos, sino que no somos conscientes de los efectos que este tiene sobre nuestro organismo y la conducción segura.
¿Catarro o alergia?
La sintomatología alérgica es muy similar a la producida por infecciones virales como catarros. Para saber si lo que se padece es alergia, fíjese en que, en general, los catarros no producen conjuntivitis y pueden presentar fiebre y tos con expectoración, mientras que con alergia casi siempre hay conjuntivitis (ojos rojos y picor ocular), no hay fiebre, la tos es seca y suele ir acompañado de disnea (fatiga) por las noches.
Si se padecen los síntomas principalmente durante los días soleados, si mejora los días de lluvia y empeora los de viento, seguramente padece una alergia.